viernes, 16 de mayo de 2014

La falta de sueño y sus consecuencias


CONSECUENCIAS
 DE LA FALTA DE SUEÑO
El término privación de sueño hace referencia, en los textos científicos de medicina del sueño, a una reducción en el número habitual de horas de descanso. Puede deberse a algún trastorno del sueño, a una decisión activa, puede generarse por razones laborales o incluso por inducción deliberada para efectos de interrogación, de investigación científica o de tortura.











Investigaciones

La privación de sueño puede afectar adversamente la función cerebral. Un estudio realizado en el 2000 por la Escuela de Medicina y el Sistema de Salud de Asuntos de Veteranos en San Diego (California) usó tecnología de imagen por resonancia magnética funcional para monitorear la actividad en el cerebro de un grupo de sujetos privados de sueño que desempeñaban tareas sencillas de aprendizaje verbal. El estudio permitió descubrir que algunas regiones de la corteza prefrontal del cerebro presentaban un mayor nivel de actividad en sujetos más somnolientos. Según la tarea, el cerebro intentaba compensar por efectos adversos causados por falta de sueño. El lóbulo temporal, el cual es la región implicada en procesamiento de lenguaje, estaba activado durante el aprendizaje verbal en los sujetos que sí habían descansado, pero no en los sujetos que no habían dormido. El lóbulo parietal, el cual no se activa durante ejercicios verbales en los que descansaron, era más activo en quienes no habían dormido. Mientras que el desempeño memorístico fue menos eficiente con la privación de sueño, se observó que había una asociación entre una mayor actividad en la región parietal y un mejor nivel de memoria.
En 2001, un estudio del Instituto Médico de Chicago sugirió que la privación de sueño puede vincularse con enfermedades más graves, como por ejemplo las cardiopatías y trastornos mentales como la psicosis y el trastorno bipolar. Estudios con animales sugieren que la privación de sueño genera un incremento de hormonas del estrés, lo cual puede reducir la producción de células nuevas en cerebros adultos.
En 1999, un estudio  encontró que la privación de sueño generó una reducción en la secreción de cortisol al día siguiente. Se encontró que la privación aumentaba la actividad sobre el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (el cual controla las reacciones ante el estrés y regula la digestión, el funcionamiento del sistema inmune, el estado de ánimo o la sexualidad), y suprimía la hormona somatotropina (llamada también hormona del crecimiento). Los resultados apoyaron estudios previos, los cuales observaron insuficiencia adrenal en casos de hipersomnio idiopático.
En 1996, un estudio del Centro Médico de la Universidad de Chicago demostró que la privación de sueño afectaba la capacidad del cuerpo humano para metabolizar la glucosa, lo cual puede dar como resultado la aparición de diabetes mellitus tipo 2.


El déficit de sueño tiene un impacto directo sobre el sistema inmunológico humano. Se trata de algo bien sabido. En un estudio reciente publicado en la revista PLOS ONE, un grupo de científicos de la Universidad de Helsinki presenta sus descubrimientos sobre las importantes relaciones biológicas existentes entre el déficit de sueño y los mecanismos de defensa del cuerpo.

La privación de sueño y las reacciones inflamatorias

Desde hace cierto tiempo, los estudios epidemiológicos en los que los sujetos proporcionan información sobre sus patrones de sueño han llevado a los científicos a sospechar que un déficit de sueño incrementa el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular o una diabetes tipo 2. Quienes duermen menos de siete horas por noche con regularidad están expuestos además a un mayor riesgo de mortalidad: esta es la evidencia actual. Muchas de las enfermedades asociadas a la falta de sueño están relacionadas con reacciones inflamatorias. Los científicos de Helsinki fueron capaces de mostrar por primera vez los mecanismos biológicos relacionados con la privación de sueño que influyen sobre el sistema inmunológico. Identificaron genes que participan en la regulación del sistema inmune, cuyo proceso de transcripción se ve alterado por un déficit de sueño.

Sólo cuatro horas de sueño por noche durante cinco días

Para simular una semana de trabajo, se les permitió a nueve hombres jóvenes y sanos dormir solamente cuatro horas por noche durante cinco días en los laboratorios del Instituto Finlandés para la Seguridad en el Trabajo. Antes y después de la prueba de privación de sueño se extrajo sangre de los sujetos. A continuación, los científicos aislaron los leucocitos y estudiaron la expresión génica de los sujetos mediante chips de ADN. Los investigadores compararon los resultados con los datos de cuatro hombres sanos de edad similar a los que se les permitió dormir ocho horas por noche durante el mismo período. “Comparamos la expresión génica antes y después de la privación se sueño y observamos con atención los genes cuyos procesos de transcripción variaban más fuertemente”, explica Vilma Aho, una de las científicas participantes.

La falta de sueño modifica la expresión génica

La falta de sueño modificó los procesos de transcripción de un total de 117 genes. En ocho de los 25 genes más afectados se trataba de genes relacionados con el sistema inmunológico. Al estudiar las vías metabólicas vinculadas, los investigadores obtuvieron un resultado similar: 15 de las 25 vías metabólicas más estimuladas estaban asociadas a funciones inmunológicas. Entre ellas se incluían, por ejemplo, activación de células B, la producción de interleucina 8 o la vía de transducción de señales NF-κB. “Por ejemplo, con la falta de sueño aumentó la actividad de las células B, que también están implicadas en las reacciones alérgicas y el asma. Esto podría explicar la relación entre la falta de sueño y el aumento de las reacciones asmáticas”, afirma Aho. Además de algunas interleucinas o moléculas de señalización específicas que están implicadas en las inflamaciones, el número de receptores como el receptor de tipo Toll también aumentó significativamente en los sujetos que durmieron demasiado poco. A nivel genético, esto se hizo manifiesto, a modo de ejemplo, en el hecho de que el gen TLR4 fue transcrito con mucha mayor frecuencia cuando existía déficit de sueño que con un patrón normal de sueño. Asimismo, las concentraciones de la proteína C reactiva (PCR) incrementaron, lo que indica una inflamación.

Efectos a largo plazo de la privación de sueño

Como las condiciones del experimento se corresponden con sólo unas pocas personas del mundo real, los científicos también estaban interesados ​​en investigar los efectos de la falta de sueño sobre el sistema inmunológico en condiciones reales, así que llevaron a cabo un estudio de seguimiento. Para ello recurrieron al material de muestras de la Encuesta Nacional de Salud FINRISKI. Los 472 participantes de este estudio de cohortes habían sido sometidos a exámenes de sangre y a encuestas sobre su estado general de salud y sus patrones de sueño. Los científicos compararon los datos de las personas que dormían bien con los de aquellas que dormían mal, y también aquí encontraron alteraciones en la frecuencia de transducción de algunos genes. Las superposiciones más destacadas entre la prueba de laboratorio y el estudio de cohortes fueron las transcripciones de los genes TBX21 y TGFBR3, ambos mediadores del sistema inmune. Pero también se observaron variaciones en la frecuencia de transcripción de LGR6 y STX16, genes repetidamente asociados con el cáncer. Los científicos creen que estos cuatro genes podrían desempeñar un papel importante en las repercusiones que el déficit de sueño tiene sobre el sistema inmunológico.

Ver el siguiente vídeo:
 http://www.youtube.com/watch?v=nC9K7a1TJO4

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